lunes, 22 de noviembre de 2010

La abuela de mi infancia...

Salí a caminar esa noche y la noche no era tan oscura como los días anteriores, era sombría sí, nublada sí, pero no tan oscura...

La luna alumbraba como un spot a su pintura, y yo caminaba meditabunda por las calles de mi infancia...


Mi abuela solía decir que mi sonrisa podía iluminar como la luna en las noches oscuras...pero hace tiempo que mi sonrisa no aparece e incluso podría decir que mi rostro lo empaña todo a su alrededor...


El día se ha tornado en sombras, sombras que asesinan mis recuerdos felices del ayer, desperté sin verte, con un montón de cajas que encierran suspiros...


Huele a muerte, a monotonía añeja cansada de existir...


Te fuiste una mañana de febrero, sin sonreír, te fuiste sin mirarme, como todas las mañanas después de despertar, sin emitir palabra alguna...


Dicen que sonreías cuando el tren te atravesó, ¿porqué reías?, hace tiempo que no había motivos o tal vez tú tenías motivos escondidos en una puerta en ruinas en las calles del centro...

Tal vez tus motivos sean los que aparecieron frente a tu mortaja en esa tarde de febrero...


Ella parecía dulce, joven, muy joven, apenas lo suficiente para poder ser una amante, "la amante"...

En sus mejillas había lágrimas y en las mías frustración, el tiempo no pasa en balde, pasa, pero no en balde...se quedó calando mis huesos tan profundamente, que ahora es difícil decir en qué parte duele más...seguro no en el corazón...


Ella empezaba su vida cuando el amor se murió, hubiera preferido perder cuando aún me quedaba juventud...


Estoy arrugada y de mi pecho nunca brotó más amor, me sequé sin saber que mis muñecas serían los únicos "rostros" que mecería mi alma...


La muerte le sienta bien a los desdichados; a los felices, les rompe las ilusiones, a los que vamos por la vida pasando sin sentir, no nos hace efecto, es sólo una piedra más que cargar, una caja más que empacar...


Pasaba por la calle de mi infancia cuando la luna se apagó, la luz se esfumó y mi sonrisa despertó cuando mi abuela apareció...

1 comentario:

TORO SALVAJE dijo...

Me ha impactado esa frase de que la muerte les sienta bien a los desdichados.
Ha sido como un directo en el estómago.
Sin aire para respirar.
Que dura esa frase y que cierta.

Hoy te mereces un abrazo muy fuerte.