lunes, 15 de junio de 2009

La curiosidad mató al gato...


La verdad es que no es así, la curiosidad no mata, pero a veces vuelve loca a la gente. Se pueden pasar horas buscando por las calles al amante infiel, se pueden pasar horas buscando en la web imágenes de un amante perdido, se puede escuchar por horas un programa esperando que diga lo que tu quieres oír...


Se puede perder tanto tiempo tratando de satisfacer la curiosidad, una curiosidad insana que a veces no te lleva a nada, te lleva a un callejón sin salida, sin respuesta.

Podríamos tan solo dejar de buscar o dar vueltas e ir directo al grano y preguntar lo que queremos saber, si nos engañan, si piensan en nosotros, si el futuro es lo que creemos. Nos encanta perder el tiempo o mantenernos firmes ante lo decidido, ante el rol que decidimos tomar en la vida, ante una respuesta dada que hoy no nos convence; nos encanta mantenernos impunes, convenciendo a la gente de algo que tal vez no somos o algo que no pensamos...

No podemos echar atrás lo andado y a veces ni queremos, pero nos asalta la curiosidad, la eterna pregunta de si somos inolvidables, si somos imborrables, si el mundo nos desea vivos después de muertos.

Queremos ser la gota que derrama todos los vasos, estar presentes aún sin poder estarlo, ser la respuesta a todas las preguntas, pero no lo somos, somos instantes, segundos en la vida de los otros y los otros igual, puede haber imborrables, puede existir la búsqueda para saciar la curiosidad de seguir siendo la manzana que envenena cualquier alma, pero debemos comprender que hay que dejar ir, que no todos los suspiros llegan a todos lados, que no todas las palabras se escuchan como eco en todas las montañas...

Somos el presente, el pasado ya no está y el futuro no existe, de que sirve cuestionarnos tanto y buscar y buscar en el pasado para indagar algo del presente, sucedió lo que iba a suceder...y no importa cuánto soñemos del futuro, aún no existe para qué darle forma, mejor a vivir el presente que es lo único que existe, a terminar con búsquedas curiosas para conocer algo que de cualquier forma no nos transforma, a dejar de leer lo que no nos llega, a terminar de escuchar lo que no nos da respuestas.

A buscar la realidad, la verdad, el presente y vivirlo, sentirlo, gozarlo, desearlo, saborearlo...

La curiosidad no mató al gato, pero le hizo perder el valioso tiempo de estar con la gata de a lado, de saborear la comida que tiene enfrente, de jugar por las paredes llenas de guirnaldas...

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